Por su geografía: Ciudad de las Siete Colinas; por su alegría contagiosa: Capital Provincial del Carnaval; por sus propuestas turísticas: multifacético destino. Incursiones en el espeso Delta del Paraná; reto deportivo al escenario acuático; relax y tradición en el campo, todo hace al tejido de alternativas de la cartelera local.
Declarada reserva para pesca deportiva en el espacio denominado Isla del Pillo y sus riachos; y reserva de pesca intangible en el área de influencia de la reconocida Laguna del Pescado y sus bocas, la ciudad de Victoria se derrama en numerosos pesqueros convirtiéndose en destino inigualado para los apasionados por la disciplina del pique.
Como en gran parte de Entre Ríos, la pesca en Victoria se relaciona primordialmente con el sábalo, variedad perseguida por su valor comercial. Pero la riqueza de sus aguas no se limita a ello, sino que abunda en otras especies, como ser: armado, bagre, boga, dorado, manduví, patí, moncholo, palometa, pejerrey, surubí.
Victoria es parte del Delta Medio que llega hasta Ibicuy, región donde las islas son planas y están surcadas por madrejones, lagunas, albardones y médanos fijos; y en cuanto a pesca se refiere, el departamento de Islas -extendido frente a la ciudad en una superficie de 370 mil hectáreas- y el inmenso delta virgen, son los sitios más concurridos, principalmente en lanchas rápidas que el turista puede alquilar junto al servicio de guías de pesca.
Ambos destinos fluviales constituyen la alternativa más completa de la región para los amantes de la pesca deportiva. No obstante, bien se sabe que la pesca industrial desarrollada en el Delta victoriense tiende a destruir el recurso turístico.
A raíz de esto, se ha establecido en Victoria un circuito capaz de posibilitar a los visitantes el acceso a uno de los pesqueros más importantes de la provincia. Este circuito para pesca deportiva comprende el riacho Victoria hasta el Paranacito Sur, sigue su curso desde esa intersección hasta el cruce del Carbón Grande en Boca Sucia, y se cierra, finalmente, tras el Carbón Chico en Boca del Espinillo.
Ciudad con gran tradición en carnavales, Victoria es una tierra donde la fiesta carnavalesca adquiere un tinte muy particular… no es un espectáculo que se admira, sino una experiencia que se vive, se baila y se luce en deslumbrantes trajes.
Cantidad de originales y divertidas máscaras sueltas se disipan por doquier, saludando, moviéndose al ritmo de la música e invitando a los participantes a contagiarse del alborozo que reina en las calles.
Otro show, cuya atracción se basa en lo grotesco y ridículo de los disfraces, lo presentan las Murgas, en consonancia con las cuales todos, niños y grandes, conocidos y no tanto, se dejan llevar por el éxtasis del momento evadiendo el cansancio.
Batucadas. Distintas expresiones. Carrozas Show. Carrozas Tradicionales. Carrozas Mecanizadas. Característico juego con espuma. Elección de la reina departamental y provincial del Carnaval. El Carnaval victoriense no es un espectáculo para sentarse a observar, es un instante mágico para vivir.
Victoria es Capital Provincial del Carnaval de Entre Ríos desde 1970, y en su circuito encallado en un punto estratégico para el turismo; máscaras, carruajes, escolas, murgas y batucadas, dan brillo y color a las bellas noches de verano.
Satanú Do Samba, Batucada de Moreyra, Alimará, Batuque, entre otras agrupaciones organizadas y espontáneas, mascaritas, disfrazados y cientos de caras sonrientes, dibujan la postal manifiesta del evento más particular, atractivo y convocante de la ciudad.
Carrozas alegóricas con abundancia de formas y colores; carrozas humorísticas; carruajes prolijamente diseñados junto a otros bastante improvisados; público bullicioso y animado; dan el toque a la auténtica identidad del Carnaval de Victoria, tan viejo, tan tradicional y tan renovadamente deslumbrante cada año.
Noche a noche, durante el desarrollo del evento, alrededor de 10.000 personas asisten a la fiesta. Una celebración que por su espíritu popular, y a pesar del prestigio adquirido con el tiempo, ha conservado su entrada a precios accesibles permitiendo el disfrute placentero y seguro de la familia lugareña, el visitante casual y el turista cautivado por la propuesta.
El marco rural de las Siete Colinas da forma a uno de los atractivos más destacados y demandados por quienes visitan estas facetas entrerrianas. Situadas galantemente en las afueras de la ciudad de Victoria, las estancias y casas de campo seducen al turista a compartir las tradiciones campestres, allí donde la magia de la naturaleza y el confort de las instalaciones se conjugan para brindar una estadía inolvidable.
Estampas de otras épocas, los cascos victorienses atesoran parte de la historia de Entre Ríos reviviendo a cada paso escenas antiguas que conducen al espectador en un viaje por el tiempo. Viejas estructuras recuperadas, rincones históricos, ambientaciones, costumbres, hacen del recorrido por las haciendas una opción ineludible.
Pero más allá de ello aún espera lo mejor, lo más saludable y encantador. La posibilidad de vivir jornadas en plena naturaleza, realizando actividades propias del campo, lanzándose en excursiones terrestres o acuáticas, disfrutando de cabalgatas, paseos en sulky, caminatas, y degustando exquisiteces de la gastronomía típica cuyo distinguido sabor casero quedará grabado en la memoria sensitiva.
Demostraciones de destreza gaucha, fiestas tradicionales, hechos del acontecer campestre consuman la propuesta rural de Victoria, otra localidad de Entre Ríos dispuesta a brindarse al turismo desde lo más profundo de su ser.
Elegir las playas de Victoria durante la temporada estival, equivale a sumergirse en una postal impregnada por el verdor que se despliega a raudales entre árboles y vegetación; a optar por la frescura de la sombra y la limpieza de las extensiones de arena; y a considerar el equilibro perfecto entre tranquilidad y entretenimiento.
Victoria ofrece a sus habitantes, así como a los turistas que la visitan, la posibilidad de disfrutar de tres playas de diferentes características: un balneario municipal, una playa privada, y un balneario de acceso libre perteneciente al Club de Pescadores.
Los paseos por el río y los deportes náuticos, son las alternativas que completan la jornada en las orillas victorienses, pudiéndose llegar hasta allí con los equipos propios o alquilarlos en el lugar.
Balneario Municipal: tendido a la par de la espléndida Costanera, sobre el riacho Victoria, el Balneario Municipal engalana con su serenidad paisajística al sector suroeste de la ciudad.
Completos sanitarios, vestuarios, mesas y bancos, churrasqueras individuales, cantina- comedor, plazoletas, juegos de recreación y predios adaptados para las prácticas deportivas, son algunos de los servicios y comodidades con los que complace a lugareños y visitantes.
A sólo 1000mts. de distancia, posicionado en la zona portuaria, se extiende el Camping Municipal. Amplios espacios dónde acampar, zonas de pesca delimitadas, y prestaciones imprescindibles para la estadía: sanitarios, proveeduría, restaurante, componen la propuesta del predio.
Camalote: es un segmento privatizado del Balneario Municipal, destacado por la limpieza de sus playas de arena y los servicios prestados a los veraneantes.
En el predio se puede participar de torneos en diferentes disciplinas, eventos de recreación y actividades aeróbicas, cuya organización se haya a cargo de profesores de Educación Física.
Cuenta con paradores internos, un drugstore abierto las 24hs., un tradicional comedor.
El disfrute de las playas y prestaciones de Camalote tiene costo de entrada.
Av. Costanera y prolongación de calle Laprida
La Playita: asentada en dominios del Club de Pescadores Victoria, entre el Balneario Municipal y el Puerto de la ciudad, La Playita ostenta un amplio y parquizado predio.
De acceso libre, ofrece a socios, lugareños y turistas: parrilleros, quinchos, cantina, bar- minutas, juegos de playa, guardería de niños, estacionamiento, guardavidas, sanitarios con duchas. Entre las propuestas recreativas destacan: paseos en lanchas y veleros, alquiler de piraguas y kayaks, cancha de fútbol 5 con iluminación y césped natural.
El disfrute de las playas y prestaciones de La Playita tiene costo de entrada.
Av. Costanera y Congreso
Cortejada por el Riacho Victoria, que antecede a esa especie de submundo acuático que es el Delta del Paraná, dibujado entre islas descomunalmente naturales; la ciudad de Victoria ve inclinarse su propuesta turística hacia ese paisaje fluvial tan propio del Litoral, tan sereno y puro, tan de todos los verdes. Paseos sobre las aguas y bajo el cielo, con rumbo a un suelo desconocido, y rindiéndose a la impresión de cada uno de los sentidos… el ecoturismo es una apuesta clave e insustituible de la ciudad de las Siete Colinas.
Los paseos embarcados, los safaris fotográficos, los avistajes y las jornadas de supervivencia escriben la tentadora invitación de Victoria en lo que a turismo alternativo y natural se refiere. Un viaje hacia las profundidades del entorno isleño, que puede durar todo el día y exponer al excursionista a la contemplación de ese atardecer cargado de ocres que poco a poco va tiñendo el verde de la espesura.
Inserta en un marco de matices trazado por hilos de agua que aceptan mansamente el golpeteo de los botes pescadores, Victoria cautiva, atrae visitantes desde los más diversos orígenes, y devela ante ellos sus recónditos privilegios naturales. Atrapa y sumerge, conduce inevitablemente al conocimiento de sus costas, sus islas y las especies de flora y fauna que las componen y habitan.
Flora en Victoria Entre Rios: las aguas del Delta Medio generan un constante proceso de construcción y destrucción de islas, dando lugar al surgimiento de una gran variedad de ambientes, cada uno con tipos particulares de vegetales acuáticos, subacuáticos y palustres. Estas comunidades vegetales se inician en bancos y orillas, donde las aguas cargadas de sedimentos tienen poca corriente.
La vegetación acuática, flotante, sumergida y arraigada, presenta una enorme riqueza de especies cubriendo las orillas de riachos, arroyos y lagunas: camalotes, carrizos, canutillos, espadañas, totoras, pajas bravas e irupés, son algunas de ellas. En tanto, en el sector más alto de las islas -el albardón-, pueden descubrirse sauces criollos, alisos de río, curupíes, laureles, timbó blancos y ceibos… árboles de madera blanda y rápido crecimiento.
Son de destacar en este marco las funciones del junco, una especie que con sus rizomas y raíces -a la par de la acumulación de material vegetal-, contribuye a la elevación del terreno que dará origen a una isla; y del camalotal, que transporta numerosas especies enriqueciendo y renovando la vida silvestre, al tiempo que atenúa la velocidad de las corrientes viabilizando el proceso de formación de islas.
Fauna del Delta, Victoria: la fauna del Delta victoriense se compone por especies provenientes de diversos biomas. Las aves se distribuyen con facilidad siguiendo los bosques en galería crecidos a lo largo de los grandes ríos; mientras que los mamíferos, anfibios y reptiles, aprovechan como medio de transporte natural a los camalotales.
Quienes exploran estas islas suelen toparse con mamíferos de hábitos acuáticos como el carpincho y el lobito de río; marsupiales de hábitos arborícolas como la comadreja; ranas exclusivas de estos ambientes como la ranita isleña y las cardas; tortugas y culebras; y entre la población de aves, los protagonistas de los avistamientos: patos, macáes, garzas, gallinetas, gansos, cisnes cogote negro, gallaretas, y los chajáes que se ocultan entre la densa vegetación.